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lunes, 26 de enero de 2015

Canaletto

Cuando acabó la guerra, la capital polaca –que hasta 1939 había acogido a más de un millón de personas–, era poco más que un cementerio con restos de cemento, ladrillo y cenizas. Se planteó entonces la reconstrucción de la urbe, y se decidió que las casas y barrios del casco antiguo de la ciudad se levantaran de nuevo con el mismo aspecto que tenían antes del desastre.
Panel con pintura de Canaletto el Joven junto a una iglesia del casco antiguo de Varsovia | © Javier García Blanco.Panel con pintura de Canaletto el Joven junto a una iglesia del casco antiguo de Varsovia | © Javier García …
La única forma de lograr aquella titánica tarea era emplear fotografías recientes que permitieran copiar el aspecto de calles, plazas y edificios, pero por desgracia el ejército nazi había aniquilado archivos, bibliotecas y universidades, dejando pocas ayudas a los reconstructores de Varsovia.
Por suerte, quedaba un último recurso: las detalladas pinturas que un artista del siglo XVIII había realizado de la ciudad. El artista, conocido como Canaletto, vivió en la ciudad del Vístula durante dieciséis años –entre 1764 y 1780–, y durante el tiempo que sirvió como pintor de corte para el rey Estanislao Augusto Poniatowski creó varias docenas de lienzos que plasmaban la fisionomía de la capital polaca.
Con la referencia de aquellas pinturas –veinticinco de ellas pueden contemplarse hoy en el Museo Nacional de Varsovia–, los arquitectos polacos fueron capaces de reconstruir con gran detalle las calles y edificios del Stare Miasto (Ciudad vieja). La labor fue tan escrupulosa que los turistas más despistados –o menos informados– creen estar paseando junto a edificios centenarios, cuando apenas tienen cincuenta años. Para dejar constancia de aquel trabajo, se colocaron paneles en algunos puntos de la ciudad, en los que es posible comparar las pinturas realizadas por Canaletto y el resultado final.
El acabado conseguido fue sin duda espectacular, pero había algunos “problemas”. Por un lado, los arqueólogos habían seguido tan al pie de la letra las pinturas de italiano que recrearon una Varsovia más parecida a la del siglo XVIII que a la que existía justo antes de la ocupación alemana.
Por otra parte, y aunque durante años se pensó que el artista aplicaba un sentido realista y exacto a sus obras, en fechas más recientes se descubrió que, muy posiblemente, Canaletto introdujo elementos “fantásticos” o poco fieles en sus vistas de la ciudad, por lo que es posible que la reconstrucción realizada utilizando sus pinturas hubiese dado como resultado una Varsovia en la que se entremezclan la realidad histórica y la imaginación del artista.
Detalle de la vista de Varsovia desde el Palacio Real, obra de Canaletto el Joven | Crédito: Wikipedia.
Una última precisión: aunque muchas guías turísticas aluden a Canaletto como el artista cuyas obras permitieron la “resurrección” de Varsovia, en realidad fue su sobrino, llamado Bernardo Lotto, el autor de las mismas. Lotto quiso aprovechar la fama que su tío, Giovanni Antonio Canal, había adquirido en toda Europa, y se apropió de su apodo, haciéndose llamar también Canaletto, o Canaletto el Joven.
FUENTE: https://es.noticias.yahoo.com/blogs/arte-secreto/hitler--la-resconstrucci%C3%B3n-de-varsovia-y-el--falso--canaletto-121259615.html

viernes, 23 de enero de 2015

Gran muestra del archivo de Sara Facio en Bellas Artes

Fotógrafa de reconocimiento internacional y difusora militante de la fotografía, Sara Facio donó al Museo Nacional de Bellas Artes 172 obras reunidas durante medio siglo.
sara_facio
Sara Facio (1931, San Isidro) es una de las mujeres más importantes de la fotografía de nuestro país y de nuestro continente. Es fotógrafa, curadora y editora con una trayectoria imponente en el estudio y la difusión del arte fotográfico.
Fotografió a los más destacados escritores (Malraux, Neruda, Borges, García Márquez, Pizarnik, Jeanne Moreau, María Elena Walsh) y es autora del célebre retrato de Cortázar con el cigarrillo en la boca, sin encender. En 1973 creó la editorial La Azotea, única en su tiempo dedicada exclusivamente a la fotografía. Unos años después fundó el Consejo Argentino de Fotografía, creó la Fotogalería del Teatro General San Martín y la Colección Fotográfica del MNBA.
No se propuso ser coleccionista, pero en más de cinco décadas de incansable actividad fue atesorando imágenes que llegaron a sus manos  de diferentes maneras. Ella no lo buscó, pero las fotos y los autores la buscaron a ella.
Fiel a su comprometido estilo, con 82 años, donó una colección de 172 obras al Bellas Artes. La muestra Latinoamérica exhibe en el pabellón de exposiciones temporarias una selección, hecha por ella misma, de estas imágenes. Hay fotografías de los siglos XIX, XX y XXI, agrupadas en secciones.
Una de ellas se titula  “Por siempre retratos” y cuenta con varias obras de Annemarie Heinrich, por cuyo lente pasaron Eva Duarte, Tita Merello y Bárbara Mujica. Está también su compañera, María Elena Walsh, retratada por Grete Stern en 1952. Hay un hermoso retrato familiar hecho por Alejandro Witcomb en 1910 y fotos de Arturo Illia, Victoria Ocampo, Julie Wiesz, entre muchos otros.
La parte central de la muestra, y la más extensa, engloba las secciones “Trabajo, Fe, Armas y consecuencias, y Hogar y fiestas”. La realidad latinoamericana, la cultura, la religión, el trabajo, los acontecimientos sociales y la geografía son atravesados por la fotografía y el exquisito ojo curador de Facio. Son fotos conocidas pero que nunca vimos juntas, formando un todo tan nuevo y abarcativo.
Están Sebastiao Salgado con “Otras Américas”, la foto titulada “Hilanderas” del brasilero Nair Benedeto, el mítico “Quijote de la farola” de Alberto Korda en La Habana en tiempos de la revolución. Y muchos argentinos: Marcos Zimmerman, Andy Goldstein, Eduardo Longoni, Adriana Lestido, Marcos López y hasta Fernando Paillet con su “Brindis” de 1920.
Además, la sección “Mirada interior” tiene fotomontajes, trabajos de laboratorio y una parte más experimental de la fotografía de autor. Marcos López con su foto “Proa” de 2005, un fotomontaje de Annemarie de Lucas Demare y su orquesta, y su autorretrato –pionero de las selfies–, Horacio Coppola, Julieta Escardó, Guadalupe Miles, los  sueños de Grete Stern y otras delicias que describen las búsquedas más personales. En esta parte llama la atención “Los treinta Valerios” realizada entre 1890 y 1900 por el brasileño Valerio Viera, quien trabajó una década en este original fotomontaje con 30 autorretratos que aplicó sobre una toma en la que todos los personajes son él mismo.
Impresiona la soltura y la habilidad para curar, ordenar y lograr armonía entre tantas temáticas, épocas y estéticas de Facio. Se ven la sensibilidad y la extensa experiencia de esta mujer que en la época de las galerías y colecciones privadas se mantiene coherente con la  tarea de toda su vida. Dice que no se cree propietaria de estas obras, que no las considera un bien económico y que no podría vender una foto que le regaló Annemarie o cualquiera de sus colegas, y que finalmente lo que importa es el diálogo entre la foto y el espectador. Gracias a esta toma de posición, podemos disfrutar de la muestra que ya es patrimonio de todos.

Latinoamérica. Hasta el 1 de febrero en el Museo Nacional de Bellas Artes, Av. del Libertador 1473. Entrada gratuita. Lunes cerrados. Visitas guiadas a la tarde.
FUENTE: http://www.diarioz.com.ar/#/nota/gran-muestra-del-archivo-de-sara-facio-en-bellas-artes-39512/