Breve pero importante período del arte italiano, iniciado en 1917 con el encuentro de Carlo Carrá y Giorgio De Chirico en Ferrara. Para Carrá representó la separación de la investigación futurista, a la que se había dedicado hasta aquel momento, pero cuyos desarrollos en sentido funcional no aprobaba, y el retorno a una tradición italiana clasicizante, monumental y estática, representada por Giotto y Masaccio. En De Chirico, a las sugestiones mitológicas derivadas de su infancia vivida en Grecia, se unían las fantasías inspiradas en Böcklin y en Klinger.
Se trataba de explorar a través de la pintura, el significado psicológico de los objetos: actuaron aislándolos en una atmósfera rarificada, típica de su pintura, emparejándolos de manera inusitada, de forma que resultasen enigmáticos y alusivos más allá de su habitual significado cotidiano.
Por este procedimiento, la influencia de la pintura metafísica de De Chirico había de ser fundamental sobre los surrealistas franceses y sobre el ``realismo mágico´´ alemán.
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